Nueva Zelanda, siglo XIX. Abandonadas a su suerte por un despótico marido que se niega a transportar un piano de cola hasta su hogar, Ada y su hija de apenas nueve años se encuentran viviendo en medio de un inhóspito lugar a pie de playa. Al cabo de unos días, Ada y su pequeña reciben la visita de forma regular por parte de un lugareño llamado Baines, semianalfabeto y de comportamientos arcaicos. Desde el primer encuentro entre Baines y Ada surge una atracción especial, pero que no se puede percibir a través del lenguaje oral ya que ésta no habla desde que había cumplido los seis años. Así pues, la niña se convierte en el nudo de comunicación entre Baines y Ada, quien expresa sus sentimientos y su estado de ánimo a través de la interpretación con el piano.